La integración sensorial es un proceso en el que, si existe alguna dificultad, va a dar como resultado complicaciones variadas, entre las que se encuentran la afectación del habla y la comunicación.
Estudiar los sistemas sensoriales y las dificultades que generan en la comunicación y el lenguaje es complicado, debido a la interrelación que existe entre los sentidos y, por tanto, el fallo en uno puede generar dificultades en el resto. Recientemente diversas investigaciones demuestran que un déficit de integración sensorial, por sí mismo, genera dificultades que impiden el correcto desarrollo del lenguaje y la comunicación. Pero, ¿de qué manera afectan?
Previa y brevemente vamos a recordar lo que es un sistema sensorial. Un sistema sensorial es la capacidad de organización sistemática que tienen los sentidos para procesar la información que procede del exterior y del interior de una persona. Está constituido por receptores sensoriales y por regiones del sistema nervioso central (SNC en adelante). Los receptores transforman la energía del estímulo sensorial en impulsos nerviosos que se reciben en el SNC, donde es procesada e integrada. Además, nuestro SNC la va a percibir, categorizar y asignar una cualidad emocional. Eso es en esencia la integración sensorial. Son estas percepciones y emociones generadas las que guiarán la respuesta de una persona a un determinado estímulo. Por ejemplo, si una persona percibe un estímulo como algo molesto, es decir, un ruido excesivo, y le genera una sensación de miedo, la «etiqueta» de esta manera y podrá desencadenar una respuesta de huida, de gritos o rechazo.
La cuestión es saber diferenciar cuándo, realmente, una información que se está percibiendo necesita de una conducta de alerta o huida para asegurar mi protección, como por ejemplo, escuchar una explosión. En este caso, la respuesta sería adecuada al estímulo que estoy percibiendo. En cambio, cuando una persona tiene un déficit de integración sensorial, su respuesta puede ser diferente o inusual respecto a la de los demás ante un estímulo que, objetivamente, no se percibe como dañino.
Sigamos profundizando en la integración sensorial.
Una vez que el estímulo llega a nuestro S.N.C. se producen una serie de procesos principales que podéis observar en el siguiente cuadro:
Déficit de integración sensorial y lenguaje
El desarrollo del lenguaje es un proceso muy complejo pero, su correcto funcionamiento, puede comprenderse (entre otros factores), a partir de la contribución de los sistemas sensoriales y de otras cuestiones secundarias que se darán en periodos críticos del desarrollo como, por ejemplo, no encontrarse en situación de aislamiento en las etapas de desarrollo del lenguaje (se recomienda visualizar el documental de Genie en el siguiente enlace, el caso de una niña en situación de aislamiento: Genie)
Es bastante habitual encontrar una desorganización del lenguaje en niños/as que presentan dificultades a nivel sensorial y esto va a afectar al correcto desarrollo del lenguaje comprensivo, expresivo y social. El habla es en sí misma un sistema de emisión que sólo puede darse cuando, previamente, ha habido otros sistemas receptivos como el oído o la vista funcionando adecuadamente.
Tipos de receptores
Los receptores se pueden clasificar de diferentes maneras, pero nosotros vamos a usar el siguiente criterio:
– Exteroceptores: Se encuentran ubicados en la piel y transmiten la información del tacto la temperatura y el dolor.
– Interoceptores: Están presentes en la parte interna de la piel y recepcionan información acerca de la presión, temperatura, dolor, hambre, sed, etcétera.
– Propioceptores: Se encuentran en los huesos, articulaciones, ligamentos y músculos del cuerpo y se encargan de la ubicación en el espacio y el movimiento.
– Sentidos especiales: Son los receptores de la visión, la audición, el gusto y el olfato.
La lesión de alguno de estos receptores o de sus fibras pueden generar numerosas neuropatías. Además, un mal funcionamiento de alguno de ellos será responsable de que existan dificultades de diferente índole, entre las que se encuentran las relativas a la adquisición y desarrollo posterior del lenguaje y el habla.
Algunas dificultades visibles que, desde fuera, podemos percibir cuando sí existe un lenguaje ya instaurado, pueden ser, por ejemplo, dificultades en el seguimiento de reglas conversacionales, dificultades en la detección de necesidades del interlocutor durante una conversación, dificultades para reconocer el espacio personal propio y de otra persona, la poca o exagerada reacción ante ciertos estímulos, etcétera.
Alguna de las investigaciones sobre integración sensorial definían estas dificultades como un «atasco de circulación» a nivel cerebral. Ese atasco sería el responsable de que los mecanismos de plasticidad, habituación y sensibilización no actuasen de manera eficaz.
Pero, ¿Qué puede pasar para que exista esa dificultad a nivel sensorial?
Este déficit en el procesamiento sensorial puede ser originado por diferentes cuestiones:
Producción sensorial ineficaz: cuando el sistema nervioso central capta poca o demasiada información. Esto es lo que genera los trastornos de hipo o hipersensibilidad tan conocidos.
Cuando la respuesta se produce de forma ineficiente y el cerebro no percibe retroalimentación para actuar de una forma adecuada.
Debido a una desorganización neurológica. En esta situación el cerebro podría no recibir estímulos sensoriales a causa de una desconexión, recibirlos de manera errónea o, incluso, cuando los recibe de manera constante, pero no se conectan entre sí de manera adecuada para producir una respuesta adaptativa.
Sistemas de integración sensorial más implicados en el lenguaje:
Aunque todos los sistemas de integración sensorial están conectados entre sí, los más vinculados con el desarrollo del lenguaje son los siguientes:
A nivel de comprensión del lenguaje:
A) Sistema vestibular:
El sistema vestibular se localiza en el oído interno y una de sus funciones es la de permitir la correcta coordinación de los movimientos de ojo-cabeza y de permitir el correcto desarrollo del tono muscular. Es considerado como el principal organizador de las sensaciones de todos los demás canales o sistemas sensoriales, contribuyendo a la adquisición de palabras y a su comprensión. Un mal funcionamiento, puede considerarse causa de retraso del habla, en la articulación y de la correcta adquisición del lenguaje (importante tener en cuenta la diferencia entre habla y lenguaje).
B) Sistema límbico:
El sistema límbico participa en la memoria y en el aprendizaje pero, además, regula aspectos emocionales y motivacionales de la conducta. Es este sistema el encargado de registrar las cualidades de los estímulos sensoriales que nos llegan. Es decir, selecciona el tipo de información sensorial que se registra y, también, se encarga de cómo responder a esa información en función de la «etiqueta» que se le asigna previamente. Cuando este sistema falla, se ignora o se registra en exceso y esto va a afectar de manera muy directa a la comprensión del lenguaje.
C) Sistema visual:
Tiene un papel muy importante ya que la mayor parte de la información exterior es recopilada por este sistema y, por tanto, es clave para planificar y para los procesos de aprendizaje y construcción del lenguaje.
Además, el inadecuado funcionamiento de los sistemas vestibular, sistema límbico y sistema visual conllevará otras dificultades asociadas como:
Dificultades para orientarse hacia la fuente de sonido.
Dificultades para recordar palabras y sonidos similares, por ejemplo, «malo»-«palo».
Dificultades para reconocer un sonido específico mientras existe ruido de fondo.
Dificultades para reconocer el juego, la categorización de colores, texturas, formas y tamaños.
Dificultades para percibir la profundidad, la distancia, la ubicación de los límites y el espacio entre los objetos.
A nivel de expresión del lenguaje:
En la expresión del lenguaje intervienen también varios sistemas de integración sensorial. Concretamente la integración de la información auditiva, visual y motora componen un conjunto imprescindible. Por ejemplo, un bebé utilizara la información visual que obtiene al ver hablar a su interlocutor, además de la información propioceptiva (aquella que obtiene al ir realizando movimientos fonoarticulatorios) y auditiva (tanto de su interlocutor como la que él va emitiendo) que permiten que el pequeño vaya asociando un determinado patrón a un determinado evento.
Además, para la expresión del lenguaje. es necesaria la información que nos brinda el sistema táctil, ya que su mal funcionamiento dificultará la articulación de algunos sonidos debido a que no recibirán una buena información de los receptores táctiles y de alrededor de la boca.
Por su parte, si el sistema propioceptivo no nos da la información adecuadamente, va a acarrear dificultades como torpeza o desconocimiento de la posición corporal. Es decir, las dificultades originadas por el sistema propioceptivo, guardan relación con la praxis. La praxis se entiende como la habilidad para conceptualizar acciones y ejecutarlas y esto es fundamental para los aprendizajes básicos. Esto está directamente relacionado con el buen desarrollo perceptual y lingüístico. Actualmente sabemos que muchas personas con TEA presentan también dispraxia.
La producción del habla no solo está constituida por el hecho de emitir palabras. Existen tres funciones fisiológicas que deben ocurrir a la vez de manera adecuada para que la producción del lenguaje se realice satisfactoriamente:
La respiración: Nos proporciona la energía necesaria para la emisión de palabras (algunas personas tienen dificultades para coordinar la respiración con la fonación).
La fonación: Podríamos resumirla como la fuente de sonido que se genera gracias a la vibración de las cuerdas vocales al paso del aire que proporciona la respiración (hay personas que tienen dificultades de diversa índole como, por ejemplo, a nivel de tono muscular implicado en la fonación de manera muy directa).
La articulación: Es la responsable de moldear los sonidos del habla de una lengua (es obvio que si tenemos dificultades de tono muscular, propioceptivas, vestibulares, entre otras, la articulación se puede ver muy comprometida).
A pesar de intervenir tantos sistemas en la adquisición del lenguaje, tanto en la vertiente comprensiva como expresiva, es cierto que, la información auditiva es fundamental, ya que desde los primeros meses de vida, los bebés, gracias al oído, discriminan los sonidos del ambiente de los del lenguaje y, en adelante, en procesos cada vez más complejos, resultará ser una fuente primordial tanto para la comprensión como para la expresión.
Así mismo, el canal visual es también vital para la discriminación lingüística, que no auditiva, en las etapas de adquisición del lenguaje y posteriores ya que proporciona la correspondencia entre el concepto en imagen y la sonoridad de la palabra que la representa. Incluso el sistema visual es muy importante para la imitación de patrones articulatorios y de gesticulación.
La información propioceptiva nos va a retroalimentar de aquellas ejecuciones motoras que utilizamos para la producción del lenguaje. Esta percepción junto con la que se genera con la actividad del sistema fonoarticulador es fundamental para el desarrollo integral y expresivo del lenguaje.
Conclusiones:
La detección precoz de estas alteraciones del procesamiento sensorial es fundamental para prevenir repercusiones en el aprendizaje y en el lenguaje. Sin embargo, es bastante frecuente que pasen inadvertidas debido a la sutileza y diversidad de sus síntomas y, además, es habitual que sean malinterpretadas.
Asumiendo que aún se necesita más investigación para comprender plenamente cómo la integración sensorial repercute en el desarrollo del lenguaje, podemos decir que esta relación existe y que el abordaje de estas dificultades supone una mejora en la adquisición del lenguaje y otras dificultades.
Las soluciones terapéuticas que se implementen serán aquellas que mejor se ajusten al perfil de cada persona y tendrán como principal objetivo mejorar la calidad de vida. Para ello, y desde un punto de vista integral, se deberán trabajar aquellas áreas que estén afectadas entendiendo que, si un sistema está comprometido, afectará de manera indirecta a los demás provocando dificultades secundarias. Por tanto, si trabajamos respecto a la afectación de un sistema, es probable que mejore la dificultad directa que origina y las indirectas, por el compromiso de otros sistemas de manera secundaria.
Dependiendo del grado de afectación en las habilidades comunicativas que presente cada persona se trabajará de diferente manera. Lo que está claro es que una buena evaluación es clave para determinar las actuaciones terapéuticas.