La intervención temprana ha demostrado ser un aspecto clave para el abordaje de las dificultades que muestran los niños/as con TEA, para su desarrollo y para fomentar su máximo potencial.
Actualmente, los programas de atención temprana incluyen una entrevista a las familias de los bebés en torno a los 18 meses de edad (o incluso antes si existen factores de riesgo). Esta entrevista llevada a cabo por los pediatras es una herramienta de cribaje y, como tal, no tiene valor diagnóstico aunque sí indica el riesgo de padecer TEA. El cuestionario más utilizado es el M-CHAT.
Sin embargo, si la propia familia detectase antes de este cribado algunos síntomas de los que recoge el cuestionario, debería acudir de manera inmediata al profesional competente para que lleve a cabo un estudio a través de pruebas estandarizadas. Es habitual que el diagnóstico se demore en el tiempo, pero es de vital importancia que detecten las necesidades (si las hubiera), recomienden y deriven a los profesionales de la atención temprana para que se inicie un programa de estimulación de aquellas áreas que crean convenientes.
A continuación se recogen algunas de las señales de alerta que pueden darse antes de los 18 meses de edad y clasificadas por áreas de desarrollo:
1. Comunicación:
- Puede existir un contacto ocular escaso.
- El niño/a puede no mirar un objeto cuando se le señala.
- Puede no seguir los objetos con la mirada.
- Es posible que el niño/a llore bastante sin razón aparente o que, por el contrario, apenas llore.
- Puede que no sonría en respuesta a la sonrisa de un adulto (sonrisa social). Suele darse de manera natural en torno a los 3 meses.
- Puede que no mire o atienda cuando se le llama por su nombre.
- Es posible que no señale (normalmente esta conducta aparece antes del año de vida).
- Puede que no demande atención o, por el contrario, demande en exceso (normalmente a su cuidador/a habitual), mostrando un apego ansioso.
- Es posible que no salude ni se despida haciendo el gesto del saludo. En ocasiones, puede observarse un saludo con la mano girada, con la palma mirando hacia el niño/a.
2. Lenguaje y desarrollo cognitivo:
- No hay balbuceo en torno a los 6 meses (sobre todo el balbuceo como respuesta a interacciones con el adulto o imitativo).
- En torno a los 3 meses (incluso antes) reconoce y reacciona a la voz de su madre (o cuidador/a principal).
- Es posible que, en torno a los 8 meses, no participen en juegos sociales sencillos, riendo y disfrutando con ellos.
- No dice las primeras palabras antes de los 12 meses.
- Puede que no responda a estímulos cognitivos como intentar coger un objeto que se ha caído o que le hemos escondido delante de él/ella (normalmente debería mostrar esa conducta en torno a los 6 meses).
- En ocasiones se observa que, en torno a los 15 meses, el niño/a tiene un repertorio extremadamente escaso de palabras (a veces se limita a dos o tres o no haber adquirido ninguna) y puede que éstas se emitan de manera repetitiva y con una entonación muy parecida siempre.
- Puede producir ruidos repetitivos en determinados contextos.
- Es posible que se observen dificultades de comprensión en torno al año de edad. Por ejemplo en órdenes sencillas como «toma», «dame» o «ven aquí».
3. Aspectos sensoriales y motores:
- Hiperreactividad o hiporreactividad a diferentes estímulos sensoriales. Por ejemplo, llora mucho en el baño, durante el aseo (cortar uñas, pelo, mientras se viste), mostrarse molesto ante determinados sonidos o reaccionar poco o nada a ellos, que rechace ser cogido en brazos o que le abracen, tocar o chupar casi todo, rechazar determinadas comidas, etcétera.
- Tener especial interés con determinados estímulos que parecen hipnotizarle o alterarle (mirar algo que gira mucho como la lavadora, las ruedas de los coches, mirar a una fuente de luz, etcétera).
- Puede ser que el niño/a se muestre con mucha energía o por el contrario con un nivel muy bajo de actividad.
- Pueden presentar dificultades o retraso en el desarrollo de las habilidades motoras, gruesas y finas.
- Es posible que el niño/a presente movimientos repetitivos y estereotipados. Por ejemplo, pueden balancearse, ir de un lado para otro sin aparentemente un rumbo, aletear los brazos, mover las manos de forma repetitiva, etcétera.
4. Es posible que existan alteraciones en el sueño.
5. Pueden darse alteraciones con la alimentación (rechazo de texturas, colores, no querer alimentarse si no se dan unas determinadas circunstancias…)
6. Puede haber una alteración en la función de la atención.
7. En ocasiones, puede darse una regresión en habilidades que el niño/a ya tenía adquiridas. Esto suele observarse a partir de los 18 meses en adelante.