Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), la sexualidad es un aspecto central del ser humano a lo largo de toda su vida, por este motivo la Asociación AOPA ha programado tres sesiones de terapia familiar para trabajar este aspecto tan importante en el desarrollo vital de todas las personas.
La sexualidad es un concepto amplio que incluye el sexo, las identidades y los roles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexo-afectiva. Vamos a determinar, poco a poco, algunas de las parcelas de las sexualidad y cómo las abordamos como educadores/as.
1.- AFECTO. El afecto es un sentimiento que nos vincula a los seres vivos, a los objetos, etc., cuando tenemos aprecio por ellos. Se diferencia del amor en el sentido que podemos sentir afecto por un objeto porque nos guste mucho, pero es diferente del amor en su sentido más profundo.
2.- AMOR. El amor ya son palabras mayores. Es un sentimiento relacionado con el afecto y el apego producto de una serie de actitudes, emociones y experiencias con los seres vivos y las personas con las que nos relacionamos. Cuando se genera un vínculo emocional de manera sana sentimos apego y bienestar, no coarta nuestra libertad y nos ayuda a crecer como personas, generamos un espacio común donde se comparten experiencias y afectos con respeto y empatía. Por otro lado, cuando el vínculo que se genera es tóxico, no existe un “yo” y un “nosotros”, sino que se produce una fusión donde no se respetan las libertades y los espacios personales.
En este sentido, las familias que participan de la terapia expresan sus miedos a que sus hijos/as no puedan establecer vínculos de amor en pareja, por ejemplo, en un futuro, mostrando su incertidumbre ante relaciones asimétricas, abusivas, dependencia emocional, etc. Se comenta que este tipo de miedos parentales son normales, pero que son exclusivamente suyos, no hay nada que impida que nuestros hijos/as puedan disfrutar de relaciones afectivas sanas y recíprocas. Desde esta perspectiva, es importante que los educadores/as no sobreprotejan, sino que aporten las herramientas educativas necesarias para que las personas puedan decidir cuándo un vínculo emocional les es beneficioso y cuándo no les conviene. El entrenamiento de las habilidades personales y sociales en las personas con TEA es fundamental para que puedan establecer vínculos afectivos con otras personas, aprovechar los espacios sociales en los que participan para entablarlos, entender las sutilezas de la comunicación humana (dobles sentidos, gestos), tener criterio y autonomía en la toma de decisiones personales, autoestima, gestión emocional, etc.
3.- SEXO. Se suele concebir como sexualidad o conducta sexual y suele engloblar tanto la identidad como los roles de género a lo largo de todos los ciclos vitales, entendiéndose como la manifestación de la sexualidad a través de múltiples dimensiones: los pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas y relaciones interpersonales. Todos los seres humanos tienen sexualidad, independientemente de su manifestación o no (elección). Es muy importante dotar a nuestros hijos/as de una buena educación sexual, no dejarlo todo en manos de la educación formal, la televisión o Internet, sino establecer espacios de comunicación con los padres, madres y hermanos/as para resolver dudas, avanzar en los conocimientos del tema que vayan surgiendo, para que las experiencias sean positivas y satisfactorias.
La exploración sexual es normal y sana en el ser humano y no existe una conducta sexual “normativa” que imponga lo que está bien o no, sólo ciertas categorías convencionales de prácticas en la intimidad y de no atentar contra la libertad del otro. A partir de ahí, la conducta sexual se debe experimentar como una parte normalizada de la vida humana, atendiendo a las necesidades personales, superando tabúes y administrando respuestas ante las dudas que puedan surgir. Algunos de los padres y madres que asisten a la terapia expresan que, por ser otros tiempos, cuando eran más jóvenes echaron de menos poder hablar de sexo con sus padres, no se estilaba en las dinámicas familiares. Ahora los tiempos han cambiado y los hijos e hijas tienen la oportunidad de vivir su sexualidad con más soltura y comunicar dudas y preguntas mediante una educación sexual abierta y sana.
En este sentido, hay que tener en consideración que, más allá de la familia, socialmente hay que superar algunos mitos relacionados con la sexualidad de las personas con discapacidad. Las dificultades que más se dan a este respecto son:
A nivel personal:
- las dificultades cognitivas, emocionales y/o conductuales de las personas con discapacidad; un buen trabajo con la persona con TEA, la familia y los/as profesionales pueden aportar los apoyos necesarios para que las áreas que puedan estar afectadas permitan disfrutar de una vida afectiva y sexual plena.
- la inseguridad y baja autoestima como características personales; en los casos en los que se dé, hay que dotar de buenas herramientas psicosociales para superarlas.
- dificultades para acceder a contextos de interacción “normalizados”; ¿quién nos ha dicho que las discotecas o los botellones sean buenos espacios para la interacción social? Son los más comunes, los que están de moda, pero ni son los ideales ni los únicos. Se pueden conocer personas afines en el colegio o instituto, tomando algo, haciendo una excursión, acudiendo a un taller, a una fiesta de cumpleaños, a una formación, etc. Para que estos espacios sean propicios para la interacción, hay que aprender destrezas sociales y disponer de los apoyos necesarios para aprovechar las oportunidades de inclusión social.
- los efectos de los medicamentos sobre las emociones y la sexualidad; una buena prescripción y ajuste de las tomas por parte de los equipos médicos pueden ayudar a aminorar su impacto.
- el propio trastorno con sus múltiples dimensiones; un buen conocimiento de las dificultades y las potencialidades de cada persona con un buen plan de trabajo individualizado y adaptado puede dar sus frutos para ejercer con autonomía la propia afectividad y sexualidad.
A nivel social:
- las personas con discapacidad son seres asexuados; en términos generales es una aseveración biológicamente poco factible y hay que trabajar para extirpar este estereotipo.
- tienen una sexualidad compulsiva; otro mito extendido sin base real. No todas las personas tienen las mismas necesidades (las hormonas influyen) y no todas las conductas están relacionadas con el sexo, a veces pueden manifestar estrés, ansiedad. Hay que ayudar a las personas a entender y regular sus propios impulsos sexuales y eso forma parte de la educación sexual y el aprendizaje de conductas alternativas funcionales.
- no hablar de este tema para no despertar el “instinto”; los tabúes nunca son buenos, hay que impartir la educación sexual y hablar de ella con total normalidad, con las adaptaciones y los medios necesarios.
- negación de la educación sexual y los apoyos necesarios; la herramienta básica para que cada persona pueda disfrutar de su afectividad y sexualidad de una forma sana es la educación y un contexto social que aporte los apoyos necesarios para que se pueda desarrollar.
En definitiva, hay que superar todos estos mitos y estereotipos que abundan en nuestra sociedad para dotar a las personas con discapacidad de oportunidades de desarrollo personal y social libres de prejuicios y estigmatizaciones. Continuaremos trabajando para derribar estas barreras de pensamiento y para capacitar a las familias en habilidades, destrezas y conocimientos como educadores en afectos y en superación.