La heterogeneidad del Trastorno del Espectro del Autismo suele manifestar su diversidad en las conductas de las personas con TEA, que pueden ser disruptivas o adaptativas. Las conductas disruptivas son aquellas que resultan impropias en su expresión o inaceptables en el entorno en el cual se expresan. Afectan de forma negativa a la persona que la manifiesta, a los objetos y/o personas de su entorno. Se refieren a patrones conductuales que se caracterizan por explosiones de enfado, irritabilidad, hiperactividad, conducta oposicionista-desobediente, tantrums (rabietas), respuestas agresivas y conducta autolesiva, entre otras. Hay que tener en consideración que estas conductas, aunque sean disruptivas, en muchas ocasiones tienen una intencionalidad comunicativa, es decir, intentan ser conductas adaptativas a su entorno o que nos quieren comunicar algo. En estos casos hay que saber diferenciar muy bien cuando es una rabieta que hay que reconducir de cuando es un comportamiento que intenta expresar, a su manera, un malestar o una situación incómoda o que no entienden: hay que decodificar el sentido comunicativo de la conducta para saber qué nos quiere decir (si es que algo nos quiere decir).
Una vez se descifra si hay sentido comunicativo o no en la conducta, se la puede abordar con las técnicas de modificación de conducta que trabajaremos en la siguiente terapia familiar. Ahora se trata de entender estas conductas para llegar a un conocimiento más profundo de las mismas, teniendo en cuenta que cada persona es un mundo y que hay que trabajar de forma individualizada.
Si seguimos los criterios de diagnóstico del DSM-V, el primero nos habla de los déficits en la reciprocidad socio-emocional, es decir, en las dificultades en la interacción social y en la expresión y compresión de las emociones, propias y ajenas. Aquí nos encontraremos con conductas que van desde mostrar acercamientos sociales inusuales (iniciar una conversación de forma particular o no saber emprenderla, continuarla o cerrarla, reaccionar negativamente o excesivamente ante la interacción con otras personas, al contacto físico, etc.), problemas para mantener el flujo de ida y vuelta normal de las conversaciones, sólo querer hablar de los temas que le interesa, dificultades para adaptar el comportamiento a distintos contextos sociales en función de lo “convenionalmente” establecido, no entender estas reglas sociales “no escritas” y, por tanto, no integrarlas en su comportamiento, no saber expresar cómo se sienten ellos/as o identificar cómo se siente el otro. Ante esta diversidad de características en reciprocidad socio-emocional se pueden entrenar habilidades específicas para que vayan aprendiendo capacitaciones sociales y emocionales que les ayuden a superarlas, teniendo en cuenta si hay alguna hipo-hiper sensibilidad concreta o el nivel de comunicación verbal o no verbal adquirido.
En los déficits en los comportamientos de comunicación para las interacciones sociales suelen mostrar dificultad para integrar conductas comunicativas verbales y no verbales, como por ejemplo tener ausencia o minimizar el contacto visual (no mirar a los ojos) y no entender ni usar el lenguaje corporal (descifrado de gestos, posturas corporales propias al sentarse, andar). En este sentido, un buen entrenamiento terapéutico y familiar en estas habilidades puede facilitar el modelado de las conductas.
Con respecto a los déficits en el desarrollo, en el establecimiento y la comprensión de las relaciones van, por ejemplo, desde dificultades para ajustar el comportamiento para encajar en diferentes contextos sociales, a dificultades para compartir juegos de ficción o hacer amigos, hasta una ausencia aparente de interés en la gente o comprensión de las conductas de los otros. Hay que ayudarles a entender estas relaciones sociales y los diferentes contextos, expresando con instrucciones claras qué se espera de ellos/as y repitiendo, por imitación, como superar las dificultades.
Por todo ello, algunas veces prefieren jugar solos/as, no comparten intereses, buscan al otro de manera instrumental (para que les den algo o para que les solucionen alguna cuestión), tienen dificultades para entender sarcasmos, dobles sentidos, chistes y bromas, muestran expresiones faciales apáticas o inadecuadas o no asimilan el consuelo que le dan otras personas cuando están angustiados.
En resumen: no siempre les sale de forma natural comportarse como socialmente se esperaría de ellos/as, pero pueden aprenderlo y nosotros, y el resto de la sociedad, podemos entenderles, apoyarles en su aprendizaje y ayudarles a integrarse, con sus dificultades y sus grandes potencialidades.
Además, en el repertorio de comportamientos, intereses o actividades restringidos y repetitivos, se dan los movimientos motores estereotipados simples, alinear o apilar objetos, darles vueltas, ecolalias (repetir involuntariamente una palabra o frase que acaba de oír o pronunciar él/ella mismo/a), frases idiosincrásicas (llamar a las personas por números, utilizar castellano antiguo si su interés es la historia, por marcas de coche), etc. Hay que entender que esto lo hacen con la intención de conseguir autoestimulación, calmarse o expresarse, sin más, y que a veces lo necesitan para autoajuestarse.
También suelen darse en este ámbito insistencia en la monotonía en sus rutinas, excesiva inflexibilidad que les lleva a sentir malestar extremo ante pequeños cambios, dificultades con las transiciones de tareas, espacios o actividades, patrones de pensamiento rígidos, rituales para saludar, necesidad de seguir siempre el mismo camino o comer siempre lo mismo, intereses restringidos por uno o dos temas ya sean los coches, la historia, los planetas, los números, el arte, la música, etc. Aquí hay que anticiparles los cambios con tiempo suficiente y de la manera adecuada, con los apoyos necesarios, para que pueden ir flexibilizando su adaptación a las modificaciones y ampliando su círculo de intereses.
Sin embargo, hemos de tener en cuenta también que todo esto les hace ser muy metódicos, grandes observadores de detalles, seguir muy bien las tareas mecánicas y las rutinas, ser muy buenos en su área de interés dado el tiempo que dedican a su aprendizaje, pudiendo ser muy buenos estudiantes y profesionales en las áreas llamativas para ellos. Tienen dificultades, pero también un gran elenco de potencialidades para aportar a la sociedad en la que viven.
También suele aparecer reacciones inusuales a los estímulos sensoriales o un interés inusual por los aspectos sensoriales del entorno como indiferencia aparente al dolor/temperatura, respuesta adversa a sonidos o texturas específicas, oler o tocar objetos en exceso, fascinación por las luces u objetos que giran o el movimiento (este apartado tiene mucho que ver con la integración sensorial que tratamos en terapias anteriores y que están colgadas en este blog por si las queréis revisar). Puede pasar que “Si estoy en un lugar ruidoso, no puedo entender lo que la gente dice, porque soy incapaz de filtrar el ruido de fondo” o bien que si nos miran, no nos escuchan y al revés. Por todo ello, las personas con TEA perciben el mundo de manera distinta y única, lo que no es un problema si se aborda adecuadamente, sino un enriquecimiento de la sociedad y el mundo.